Que inocencia es esa de empezar. Aunque sea la duodécima vez que empiece, el intento necio, casi mecánico, involuntario, adolorido y empolvado. Casi terco. Que inocencia empezar y volver a empezar a sabiendas de que el camino está lleno de vicisitudes. Que inocencia y que fortuna, apreciar lo que tomaba por sentado. Esas pequeñeces de la vida, tan diminutas y sutiles, que sin ellas la vida no es vida, pero sólo cuando nos faltan las percibimos. Porque sólo después de las angustias, entendemos que es importante… … comer sentado, un plato caliente, con cubiertos, o con palillos, o con tortilla pero no con la mano pelada. Comer con calma, por amor y en compañía; comer sentado y no de cuclillas; no a la carrera y en el polvazal. Que comer es un momento mágico y quizás la forma más explícita de expresar amor. …bañarse como si fuera un ritual sagrado. Primero quitarse esa ropa sucia y maltrecha. Luego sentir el primer chorro de agua desaplomarse sobre nuestra cabeza y así, sentir c...
Los viajes que son un ride